El tormento de la preocupación

¿Cómo saber si padezco de preocupaciones patológicas?

Preocuparse es la forma mental de la ansiedad. Algunas personas pasan mucho tiempo pensando angustiadas en problemas menores, imaginando el peor resultado. Se sienten impotentes e incapaces de resolver, se frustran y desesperan. No pueden parar de preocuparse, no lo controlan. Las preocupaciones patológicas crónicas traen gran sufrimiento y pueden paralizarte la vida.

  • ¿Te preocupás fácilmente por cosas poco importantes?
  • ¿Estás horas o incluso días pensando y pensando en problemas menores?
  • ¿Te resulta muy difícil o imposible sacarte una preocupación de la cabeza?
  • ¿Tendés a pensar siempre lo peor?
  • ¿Sentís que estás alerta todo el día, como esperando un peligro?
  • ¿Tenés tendencia a creer que las cosas siempre salen mal?

Hay quienes pueden descalificar a quien parece preocuparse demasiado llamándole tremendista, porque cualquier problema le parece grave, serio, catastrófico, como si estuviera siempre pensando en lo peor.

Las preocupaciones crónicas frecuentemente tienen un impacto en el cuerpo:

  • ¿Te sentís tenso, incluso contracturado y adolorido?
  • ¿Tenés problemas para dormir?
  • ¿Tenés frecuentemente problemas gastrointestinales? Puede ser diarreas, constipación, reflujo tal vez. O, simplemente, la comida te cae mal.
  • ¿Te duele la cabeza seguido?

Si tu respuesta fue sí a algunas de las preguntas anteriores, muy probablemente padezcas alguna forma de preocupación patológica. A veces, esto ocurre junto con otros problemas, como, por ejemplo, la Ansiedad Generalizada.

Este problema tiene solución

En primer lugar, detectá claramente lo que pensás

¿Cuál es la preocupación? ¿Cuáles son las palabras concretas que te decís?

Muy habitualmente vas a encontrar que te hacés preguntas a vos mismo. Quizás te suenen estos ejemplos:

  • “¿y si le pasó algo a mi hijo?”
  • “¿y si tuvo un accidente manejando?”
  • “¿y si me echan del trabajo?”

En estos casos, lo que te preocupa no es una pregunta, sino la respuesta que hay tácitamente. Dicho en otras palabras, tu pensamiento es:

  • “le pasó algo a mi hijo.”
  • “tuvo un accidente manejando.”
  • “me echarán del trabajo.”

El “y si…” suele ser una marca muy distintiva de estos pensamientos catastróficos.

En segundo lugar, escribí claramente lo que pensás

Volcá al papel tus pensamientos, por ejemplo:

  • “mi esposa me es infiel con su compañero de trabajo, me va a abandonar.”
  • “se va a romper la estufa en pleno invierno y no tendré quién la repare.”

Luego leé varias veces lo que has escrito

Al leerlo varias veces te darás cuenta de lo absurdo de esos pensamientos, y la preocupación comenzará a disminuir.

Finalmente, formulate algunas preguntas sobre estos pensamientos

Con la lista de esos pensamientos escritos, andá uno por uno haciéndote preguntas como por ejemplo estas:

  • ¿Qué evidencias hay de que esto pueda suceder?
  • ¿Cuántas veces esto que me preocupa me sucedió en el pasado?
  • ¿Cuántas veces me he preocupado por problemas que luego no suceden?
  • Y si finalmente sucede esto que me preocupa, ¿cuán grave es? ¿cómo puedo resolverlo? ¿qué puedo hacer para resolverlo?

Hay actividades sencillas que podés hacer para relajarte y descontracturar:

La respiración

Aprendé alguna práctica de respiración controlada y relajación.

La actividad física

Hacé actividad física, la que más te guste. Y si no sos muy bueno en ello, lo más simple funciona muy bien: caminar.

La recreación

Buscá actividades recreativas saludables, pero no todas sedentarias. Mirar series es bueno, sí, pero un rato. Vale mucho juntarse con amigos o tomar contacto con la naturaleza.

Recordá: nadie tiene la certeza de que las cosas malas no sucederán; vivir implica riesgos.

Si no te sale, pedí ayuda

En Cetecic contamos con una red de terapeutas capacitados para ayudarte.