¿Te precupa lo que los demás puedan pensar de vos?

Seguramente habrás escuchado decir (o vos mismo habrás dicho) “no me importa lo que los demás piensen de mí, yo voy a hacer lo que yo quiera”.

¿Cuán cierto es esto?

  • ¿Te interesa lo que las demás personas puedan decir o, tan sólo, pensar de vos?
  • ¿Tratás de adecuar tu comportamiento para quedar bien ante los demás?
  • ¿Hacés o decís algunas cosas para que los otros no piensen mal de vos, para quedar bien?
  • ¿Te importa ser reconocido y valorado por otras personas?
  • ¿Te desagrada enterarte de que otras personas te criticaron?
  • ¿Te molesta no sentirte incluido en algunas situaciones sociales con personas de tu entorno?

Si tu respuesta a estas preguntas es afirmativa, pues entonces…

sos una persona muy normal y sana.

Los seres humanos somos animales sociales. Sí, las dos cosas, animales y sociales. Desde el mismo momento de nuestro nacimiento dependemos de los demás para sobrevivir. Primero de las personas que nos cuidan de niños, aunque este es el inicio de un camino que va a durar toda la vida.

Relacionarnos con los demás es una de las tareas más difíciles e importantes que todo ser humano tiene que llevar a cabo y aprender.

Nadie sobrevive solo y aislado.

Esta necesidad de pertenencia a un grupo de personas tiene su base en nuestra biología, en la historia del ser humano como especie. Nuestros antepasados primitivos vivían en pequeños grupos, muy interdependientes, necesitaban ayudarse mutuamente para cazar, cuidarse de los predadores, criar a los niños. De ahí es que nuestro cerebro desarrolló esta dependencia fuerte de la mirada de los otros, pues no pertenecer, no ser aceptado por el grupo, significaba morir.

¿Sabías que para tener éxito en el trabajo pesan más las habilidades sociales que la inteligencia misma? Relacionarnos bien con los demás, entenderlos y que nos entiendan, generar en los otros sentimientos de cariño y ganas de ayudarnos, hacer y recibir favores; todo esto resulta más importante que tener un elevado coeficiente intelectual.

¿Te preguntaste alguna vez cómo sería tu vida si, al pedir un remedio en la farmacia, el vendedor simplemente te ignorara? ¿Qué sucedería si el chofer del colectivo no se detuviera nunca cuando le hacés una seña para que pare y poder viajar? O, tal vez, se rompió un caño dentro de casa, sale agua, pero el plomero no quiere ir a resolverlo y te ignora. ¿Cómo harías?

Hay una parte práctica en los ejemplos anteriores, está claro. Necesitamos de los demás en la medida en que resuelven problemas que nosotros no sabemos, no podemos o no disponemos de los recursos para resolver solos.

Ahora bien, hay otro tipo de vínculos: amigos, pareja, familia, que no se basan en la necesidad práctica sino más en el afecto y cariño; satisfacen en nosotros una necesidad emocional. Frecuentemente los dos tipos de vínculos se superponen, como cuando los amigos más cercanos son los que nos brindan ayuda para resolver un problema, por ejemplo, cuidándonos si estamos enfermos o prestándonos dinero.

Sea cual sea el caso, lo importante es que todos necesitamos de los demás y, por ello, está bien que nos importe lo que los demás piensen y sientan hacia nosotros.

Pero, entonces, ¿hay que estar pendientes de lo que los demás piensan y sienten para con nosotros? ¿Es correcto darle el gusto a los demás para que te quieran, porque los necesitamos? Tantas veces hemos escuchado que hay que vivir como uno quiere, sin importar lo que los demás digan; ¿es esto incorrecto entonces? ¿Tenés que tratar de llamar la atención?

NO, tampoco es así, hay límites.

Como tantas veces, las cosas no son blanco o negro, ni bueno o malo, sino que lo sano suele estar en un punto medio.

Hagámonos algunas preguntas

  • ¿Te esforzás demasiado por agradar a las demás personas?
  • ¿Hacés o decís frecuentemente cosas que no son del todo tuyas, sólo para que los demás te acepten? Es decir, ¿fingís ser alguien que no sos para agradar?
  • ¿Las preocupaciones por cómo caer bien a los otros terminan convirtiéndose en un problema? Por ejemplo, estas preocupaciones por agradar y quedar bien, ¿te molestan para trabajar, dormir, concentrarte? ¿Pasás mucho tiempo pensando en ello?
  • ¿Te angustiás, te deprimís cuando alguien poco importante de tu entorno muestra desinterés hacia vos o no te trata del todo bien? Por ejemplo, si vas a un gimnasio, hay personas a las que saludás y no te saludan, ¿te molesta eso? O si en la universidad hay caras que ves frecuentemente y no te responden un saludo o te ignoran si querés acercarte, ¿esto te preocupa?

Pues bien, si respondiste que sí a estas preguntas, entonces probablemente tengas algún problema de autoestima y una preocupación exagerada con la aceptación por parte de los otros.

Nadie tiene una regla con la cual medir exactamente el lugar donde la preocupación por ser aceptado y querido deja de ser sana para convertirse en patológica, hay zonas grises.

Así como estamos de acuerdo con que mantener el afecto y apoyo de los demás es una necesidad humana normal, también hay casos en esto se vuelve tan intenso que se torna enfermizo y lleva a algunas personas a hacer conductas muy desadaptadas. Este es el otro extremo, en el que no hay que caer.

Vamos a pensar unos puntos clave para tener y sostener vínculos sanos

No dejes de ser vos mismo para que te quieran

Si sos de un partido político, no finjas ser de otro; o no digas que te gusta un grupo de música o un actor que te desagradan con tal de que te acepten. Si alguien te quiere sanamente, habrá de aceptar las diferencias.

No mientas ni exageres sobre vos y tus logros para que los demás te admiren

Vos no sos lo que lográs, ni el dinero que ganás ni el trabajo que tenés. Vos sos una persona con fortalezas y debilidades, dejá que los demás te conozcan en ambas.

Establecé relaciones recíprocas y equilibradas

Lo normal es esperar que te den una mano las personas que alguna vez vos ayudaste, una relación recíproca es de ida y vuelta. Si en una relación sos siempre el que da y nunca recibe, algo anda mal. Ayudá, acompañá, apoyá a las personas que querés, pero NO sin esperar nada a cambio; eso es una fantasía y una mentira. Casi nadie sano mentalmente ayuda sin esperar algún favor en el futuro.

Poné límites

Si algo de las otras personas no te gusta, te molesta o creés que avasalla tus derechos, decilo asertivamente. ¿Qué quiere decir eso? Es decirlo bien, sin gritar ni enojarte. Pero debés decirlo. Los límites hacen a las relaciones más sanas y duraderas, generando respeto mutuo.

No hagas cosas malas con tal de que te quieran

No hagas conductas dañinas ni maliciosas para vos u otras personas con el fin de ser querido y aceptado. No es bueno que te quieran porque tienen lástima de vos, así que no exageres enfermedades ni afectos negativos. No te quejes para captar la atención, que el lamento no sea el tema principal de tus conversaciones. Y, desde ya, no le hagas daño a un tercero para ganar aceptación de nadie.

No reclames ni reproches

Por último y no menos importante, no reclames afectos positivos. Los afectos positivos de los demás no se piden, no se demandan; surgen espontáneamente en los otros hacia vos, en gran medida, a partir de cómo vos te manejás con ellos. Si alguien no te quiere o no te acepta, no sirve que pelees por ello. No vas a gustarle ni agradarle a todos, siempre habrá personas a las que no les caigas bien o que simplemente no quieran amigos nuevos en sus vidas. Saber aceptarlo te hará una persona más feliz…

Repasemos

A diferencia de nuestros antepasados primitivos que vivían en pequeños grupos conformados siempre por las mismas personas, nosotros (los humanos modernos) habitamos comunidades de millones de individuos, con infinidad de intereses y con muy diversas motivaciones. Sí, seguimos siendo dependientes del afecto de los demás, pero podemos elegir estar con las personas que más queremos y nos quieren, sin forzarnos a ser quienes no somos. Hay muchos seres humanos cerca tuyo, buscá el afecto y el cariño en quien sí quiera y pueda dártelo. Eso es muy sano y te hará muy feliz.

Trabajar la autoestima y tender vínculos sanos puede requerir ayuda

En Cetecic contamos con una red de terapeutas capacitados para ayudarte.