El miedo a cosas que sabemos que no son peligrosas

¿Te ha pasado de ponerte nervioso o preocuparte por algo que sabés que, al fin y al cabo, no puede perjudicarte? ¿O tener miedo de algo que no es para nada peligroso o dañino? Incluso a algo que ni siquiera existe, como los fantasmas.

Generalmente, esto se debe a un proceso de aprendizaje que se llama Condicionamiento Clásico. ¿Qué es esto? Muy resumidamente: nuestro cerebro aprendió a asociar una cosa (un estímulo) neutral con otra que sí es peligrosa o desagradable. De esta manera, gracias a ese aprendizaje tiene la capacidad de reaccionar rápida e involuntariamente frente a algunos problemas. La verdad es que esto es bueno, nos ahorra un montón de trabajo.

Veámoslo con un ejemplo:

Es tu hora habitual de almorzar, pero resulta que estás fuera de casa o del trabajo porque tenés que hacer un trámite y vas a tener que almorzar un rato más tarde. Bastante más tarde quizás. Mientras caminás, pasás cerca de un restaurante y el olor a comida te hace salivar, se te hace agua la boca. Quizás te resulte muy natural, pero la verdad es que la salivación sólo tendría sentido si vas a llevar comida a tu boca, si vas a masticarla y luego digerirla. ¿Por qué se prepara tu boca para recibir un bocado de comida si tal vez faltan horas para que te sientes a comer? Hasta te hace ruido la panza, todo tu aparato digestivo se está preparando antes de tiempo. Esto es el condicionamiento clásico. Una parte de tu cerebro desconoce totalmente tus intenciones y, aunque todavía no vayas a parar a comer, ante ese estímulo (el olor) le dice a tu boca y a tu estómago que se preparen para ello.

Si bien dijimos que puede ser muy bueno, el tema es que este mismo proceso tiene lugar con emociones negativas, como el miedo.

Hace algunos años, caminabas por la calle y escuchaste el ruido de una moto que se acercaba. Luego bajaron dos maleantes, uno de ellos te pegó un empujón y se llevó tu cartera. Todo pasó en un segundo, te pegaste un gran susto. Desde ese incidente, cada vez que escuchás el ruido de una moto cerca tenés miedo, te alejás de la calle, te arrimás hacia la pared de las casas cercanas. ¿Por qué? Vos ya sabés que no todas las motos que te pasen cerca te van a robar. De hecho has visto pasar decenas de motos desde ese día. Ese incidente pasó una sola vez y punto, nunca más te ocurrió. Pero tu cuerpo vuelve a retorcerse de miedo ante el ruido cercano de una moto. Esto se debe al condicionamiento clásico. Las partes primitivas de tu cerebro, las que no hablan, hicieron una asociación entre el sonido de la moto y el asalto, el cerebro juntó las dos cosas y ahora reacciona con miedo ante el ruido de la moto como si fuera inminente el asalto.

El más común de los casos en los que este proceso nos juega una mala pasada es el de las fobias. Puede tratarse de una fobia a lo que sea: subtes, ascensores, cucarachas, perros, aviones, agua, alturas, dentista, inyecciones, sangre, espíritus y otros seres imaginarios que no existen; todos son ejemplos de estímulos que generan fobias en algunas personas. Lo asombroso de esto es que todo el mundo que padece una fobia sabe que no hay peligro, pero igual, no se anima a afrontar.

¿Y qué se hace entonces?

Generalmente no sirve hacer una terapia basada en hablar para este tipo de problemas. Las personas que padecen una fobia saben bien que no hay riesgos reales, igual no pueden afrontar.

Por eso, lo más efectivo suele ser una terapia con Técnicas de Exposición. ¿Qué son? Son un grupo de ejercicios que ayudan a que, lenta y gradualmente, la persona vaya tomando contacto con aquello a lo que tiene miedo.

Aquí tenemos dos ejemplos de Técnicas de Exposición:

Antes que nada, la relajación es una herramienta muy útil para que tomes control de tus propias sensaciones. Aprender relajación será fundamental para vencer tus miedos.

¿Tenés miedo de la oscuridad?

  • Podés comprarte una lámpara que gradúe la luz. Todas las noches probás de ir bajándola muy, muy de a poco. De esta manera vas a dormir con menos luz cada noche, mientras acompañás esto de un ejercicio de relajación.

¿Te dan miedo los lugares cerrados, como subtes o ascensores?

  • Empezá subiendo de a un piso (al principio acompañado si querés), mientras respirás profundo y usás la relajación para tranquilizarte. Cuando hayas superado esta dificultad ya podrás subir de a dos pisos, luego de a tres y así hasta el final. Hay que practicar muchas veces.

La Exposición es la técnica más efectiva para el tratamiento de los miedos irracionales.

Más que hablar, se trata de hacer.

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