Primero que nada, ¿conocés la teoría del autoboicot?
A veces escuchamos a alguien afirmar cosas como:
“Yo me autoboicoteo, porque me propongo hacer algo pero luego hago lo contrario.”
O también:
“Yo quiero levantarme temprano a la mañana e ir a correr, pero me boicoteo quedándome hasta tarde mirando series.”
Otra versión de esta misma teoría es la del “autocastigo” o la “autoagresión”. Un ejemplo sería:
“Yo quiero bajar de peso, pero me autoagredo comiendo helado.”
Cuando uno quiere explicar el comportamiento de uno mismo o de otra persona, podemos buscar diferentes tipos de causas. Estas causas pueden diferir por ser internas (es decir, pertenecer a la persona) o externas (o sea, venir desde el exterior, del ambiente). Así, por ejemplo, si yo como porque tengo mucha hambre, estoy entendiendo que la causa de mi comportamiento, comer, es un estado interior: el hambre. Pero a veces sabemos que, incluso estando saciados, nos engullimos algo sólo porque nos gusta. Pensá cuando estás tomando un cafecito con un amigo y te pedís una porción de torta que te tentó. Así, en ese caso, la causa de nuestra conducta es ver la torta, y eso nos dispara las ganas.
Otra manera de pensar las causas de la conducta es de acuerdo con el tiempo. Así, por ejemplo, yo tengo que estudiar para un examen pero un amigo me invita a una fiesta, largo los libros y me voy. ¿Qué provocó ese comportamiento de irme a la fiesta? Uno, que mi amigo me llamó, ese fue el motivo inmediato. Ahora bien, supongamos que es un viernes, estoy abrumado de estudiar y trabajar toda la semana, llevo encima el cansancio acumulado de varios días, ello también es parte de la causa de que acepte la invitación. Así, el motivo de mi comportamiento se remonta a al menos toda una semana. O más aún, me gustan las fiestas porque crecí en una familia sociable, donde siempre se me inculcó el valor de las amistades y la diversión. Considerando esto, mi decisión de ir a la fiesta tiene origen años atrás, cuando era un niño. ¿Cuál es la causa de la conducta al fin y al cabo? ¿La invitación, el cansancio acumulado, mi historia familiar que me enseñó a divertirme? ¿O un poco de cada una?
Así que hasta acá tenemos dos formas de pensar las causas:
Para complicar las cosas, las conductas humanas nunca tienen un solo origen, siempre hay varias fuerzas operando sobre una persona, lo que alguien finalmente hace depende de un interjuego complejo de factores.
Ahora bien, una de las características más importantes de una explicación psicológica es que nos ayude a encontrar una solución a los problemas.
Por ejemplo, si yo quiero bajar de peso y sé que me tiento tomando un cafecito donde hay tortas a la vista, tal vez sea mejor que me vaya a desayunar a otro lado. La explicación de la tentación nos da una pauta de solución, nos dice algo respecto de qué hacer para lograr el objetivo.
¿Otro ejemplo? Estoy solo en casa, tengo hambre y la aplicación de pedidos de comida en el teléfono. Varias veces, en momentos similares, pasó lo mismo: ¡hamburguesa!
Pero detengámonos ahí. Yo puedo cambiar las condiciones que me llevaron a ello.
En fin, la cosa termina siendo simple, una explicación de la conducta problemática es buena siempre y cuando nos ayude a resolver. ¿Para qué queremos grandes y complejas teorías si no nos traen soluciones?
Dejando de lado que a todos nos puede gustar “autoagredirnos” con un cremoso helado de dulce de leche, ¿qué camino de solución nos brinda esta teoría?
Miremos el tipo de causas de la conducta a las cuales apela:
Por un lado, es una causa interna porque, en general, se asume que existe alguna tendencia, instinto, impulso o como quiera que se llame, que viene de adentro y, como si fuera “el lado oscuro de la fuerza”, actúa de modo maligno para impedir lo que nos hace bien. Sería como un pequeño diablito interior que todos tenemos, un ente maligno que vive en nosotros. La verdad, nadie puede saber esto, pues nunca se ha dado ninguna base científica a esta idea. La cosa es que, como no se sabe de dónde viene, tampoco se deduce cómo controlarla.
Por otra parte, ¿qué relación temporal establece con los comportamientos problema? O sea, ¿cuándo opera el autoboicot? A simple vista, parece que está siempre antes de que uno se disponga a hacer algo bueno, pero, como no se sabe bien qué es, tampoco podemos entender desde cuándo está, cuánto dura o cuándo no está para así aprovechar y actuar fuera de su influencia. El autoboicot siempre se encuentra al acecho, listo para atacar; pero nunca sabemos que está hasta que fallamos. ¿Entonces, del error deducimos el autoboicot? El autoboicot se deduce del equívoco y el equívoco se deduce del autoboicot. Estamos en un razonamiento circular.
La realidad es que la teoría del autoboicot no es ni siquiera una explicación, más bien, cuando se analiza de cerca, resulta una tautología. ¿Qué es una tautología? En otras palabras, “me autoboicoteo porque no hago lo que me propongo, y no hago lo que me propongo porque me autoboicoteo”. Nada más ni nada menos que otro juego de palabras, una pseudoexplicación. De ahí que para nada sirva a los fines de cambiar el comportamiento y mejorar nuestras vidas.
Las explicaciones psicológicas auténticas suelen ayudar a cambiar las conductas indeseadas. Una buena forma de empezar es detectar qué pasa antes y que pasa después de las conductas que deseamos modificar, tanto fuera como dentro de nuestro organismo.
Frecuentemente, alterando esas condiciones, las que anteceden y las que siguen a los comportamientos problemáticos, logramos mejores soluciones que inventando extrañas fuerzas oscuras que habitarían las entrañas de nuestras mentes.
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